Hola compañer@s,
Lo prometido es deuda; en esta segunda entrega del jardín de rocas, hablaremos estas.¡ Comenzamos!
Las rocas
Cuando hayáis establecido el trazado y realizado el
movimiento de tierras, la colocación de las rocas confiere la personalidad
propia al jardín. Además de estar bien situadas las rocas que utilicemos pueden
ser de cualquier tipo, pero lo suficientemente voluminosas para percatarnos de
ellas.
El tamaño de las rocas dependerá de las dimensiones de la rocalla,
cuanto más pequeña sea ésta, más pequeñas serán también las rocas. Debemos emplear y juntar formas y tamaños lo más
homogéneos posible, lo cual hará que el aspecto global guarde una estética
coherente e integrada paisajísticamente.
Si el jardín es grande deberemos colocar algún elemento
rocoso grueso. Para estos jardines, y para hacernos una idea, debieran entrar unas
10 ó 12 piezas por tonelada y sus dimensiones alrededor de 60x30x30 cms. Si nos apetece y la estética global lo pide, a
estas rocas podemos añadirles piedras pequeñas y grava como “revoco” o simplemente utilizarlas para
estabilizar los elementos gruesos.
Un consejo muy útil a la hora de elegir las rocas es
dirigirnos a piezas locales, de esta manera acertaremos en la integración con
el paisaje a parte de abaratarse el precio del transporte . Las rocas elegidas
deben ser preferentemente superficiales, así
nos aseguraremos de que al menos tengan una cara más atractiva y con el
grado de erosión adecuado.
Tipos de rocas
Roca caliza
Podemos emplear rocas calizas a condición de que sean duras
y de forma irregular. Las calizas blandas como la “calluela” debemos desecharlas
ya que se rompen en lascas por pequeños golpes o acción del hielo. Normalmente
este tipo de “calluela” es la antesala de la caliza dura y subsuelo que la
posea drenará bien el agua. No obstante
sacada al exterior y como rocalla
debemos manejarla con precaución pues liberan al suelo carbonatos y otras sales
de calcio que cambian el pH del suelo por lo que no son adecuadas para ciertos
vegetales más o menos acidófilos. Únicamente pueden ser útiles en rocallas de
plantas crasas.
Hay variedades de roca caliza como la dolomía o caliza dolomítica,
que es bastante dura.
Rocas volcánicas
Son rocas porosas y negras y no siempre de fácil integración en el
paisaje. Se adaptan bien a entornos donde vegetan cactus, plantas crasas y
palmáceas. Es el caso de las islas Canarias.
Podemos asegurarnos el éxito si recurrimos a rocas
volcánicas de la península como los basaltos.
Rocas areniscas
Son arenas endurecidas y conglomeradas, fáciles de trabajar
y adaptables a cualquier tipo de entorno, de colores blanquecinos, ocres y
marrones. Algunas contiene cavernas las cuales nos dan juego para la plantación
en sus huecos. Si queremos construir un murete de mampostería de división o instalar un pequeño dique en la
base de un talud, las areniscas son las apropiadas debido a su fácil manejo y
moldeo. Las areniscas apenas influyen en el pH del suelo.
Esquistos, pizarras y
rocas estratificadas
Estas rocas permiten una buena composición siempre y cuando
nos adaptemos a su estructura natural, es decir, cuando las dispongamos de modo
que formen estratos o pisos.
Granitos y gres
Tienen una masa compacta compacta y solo permiten el cultivo
en los huecos existentes entre cada dos rocas. En las sierras de la península ibérica abundan buenas piedras de
caras suaves y cubiertas por musgos. El efecto que producen en el jardín resulta
muy agradable. Los granitos apenas influyen en el pH del suelo.
Asperones y tobas
Estas y otras rocas de estructura cavernosa y poco pesadas son también muy útiles, al igual
que las areniscas permiten la inserción en sus huecos de variedades xerófilas.
Las tierras y el suelo de la
rocalla
Si la rocalla va a ser instalada en el suelo original con o sin movimiento de
tierras debemos tener muy en cuenta el tipo de plantas adecuadas a ese
sustrato. Daros cuenta que la mayoría de las variedades de rocalla son xerófilas
(poca necesidad de agua),por lo que en clima atlántico nos inclinaremos por
géneros que aguanten la humedad y que se asienten bien sobre suelos
fuertes(franco-arcillosos).No obstante y siempre para mejorar la permeabilidad
y estructura física de ese suelo original conviene incorporar, estiércol
maduro ,compost, mantillo de hojas y algún aporte de rocas calcáreas las cuales
mejoran la esponjosidad del suelo ,pero…¡ojo!, cuidado con los cambios de pH.
Por el contrario si
recurrimos a mezclas de tierras realizadas a propósito de la rocalla tendremos
más margen de maniobra y podemos obtener una composición que pueda servir para
una amplia variedad de plantas. Estas tierras nada tendrán que ver con la
personalidad física y química de nuestro suelo original.
Os presentamos un buen ejemplo de mezcla válida para un gran
abanico de plantas:
1/3 de tierra franca silícea
1/3 arena gruesa de río
1/3 de una mezcla a partes iguales de mantillo de hojas bien
descompuesto, turba y compost maduro que
os hará de aglutinante de toda la mezcla así como de fertilizante natural.
Debemos recordar que el HUMUS es esencial para el buen
funcionamiento de cualquier tipo de suelo, en los suelos pesados los crea
grumos estables y el suelo se ablanda, absorbiendo el agua necesaria y
evacuando el exceso. En suelos limosos mejora su porosidad, pues consigue que el
agua circule por las hebras de la materia orgánica evitando encharcamientos y
en los suelos arenosos aumenta la capacidad de retención del agua.
Cuando sea necesario cultivar plantas calcícolas, o sea, que
gustan del calcio será preciso agregar
dolomita o en su defecto el alga lithotame pero siempre con mucho “tiento”
(poco a poco) debido a que si nos pasamos pudiéramos crear clorosis en las
plantas al bloquearse el hierro, elemento necesario para que se realice la
fotosíntesis.
Otros materiales útiles son los cascotes, gravas gruesas las
cuales dispondremos en el fondo de la rocalla para asegurarnos un buen drenaje.
Las gravas finas no calizas son interesantes para cubrir el
suelo en las proximidades de muchas plantas a las que perjudique la humedad
evitando así el contacto directo de los vegetales con el terreno húmedo. No abuséis
de gravillas extremadamente finas pues colmatan la porosidad del suelo y lo
hacen compacto.
Nos vemos en el mundo de los céspedes.
Un saludo.
Ion